I
Silencio es el estilo de los dioses.
Dialoga la belleza
con las catástrofes.
Entreoímos por la grieta
por la que somos entrevistos
entreoídos.
Lo que dicen sólo es.
Hablan para crear.
II
Juegan los gurises en el templo inerme,
lo sitian pastizales, llamas secas
que orean su amor al sol,
lo punzan las estrellas del espinillo,
el rocío de la aurora lo unge,
lo curan las heladas
que endulzan bajo la cáscara.
Un ritmo insiste,
afirma un retorno, motor del azar,
vibran palabras que parecen
no estar en ese amor con las cosas.
Ahí
las miradas se espejan
en un tiempo de aguas hondas,
riman con la luz
de los peces tintineantes.
En el templo perdido recobran la gracia,
su risa es un imán de ángel.
Se desperezan las piedras.
III
Lo primero que se dice es la luz.
Se separan las sombras.
Poeta,
el que habla para ver.
Silencio es el estilo de los dioses.
Dialoga la belleza
con las catástrofes.
Entreoímos por la grieta
por la que somos entrevistos
entreoídos.
Lo que dicen sólo es.
Hablan para crear.
II
Juegan los gurises en el templo inerme,
lo sitian pastizales, llamas secas
que orean su amor al sol,
lo punzan las estrellas del espinillo,
el rocío de la aurora lo unge,
lo curan las heladas
que endulzan bajo la cáscara.
Un ritmo insiste,
afirma un retorno, motor del azar,
vibran palabras que parecen
no estar en ese amor con las cosas.
Ahí
las miradas se espejan
en un tiempo de aguas hondas,
riman con la luz
de los peces tintineantes.
En el templo perdido recobran la gracia,
su risa es un imán de ángel.
Se desperezan las piedras.
III
Lo primero que se dice es la luz.
Se separan las sombras.
Poeta,
el que habla para ver.
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