a Juan, Juane y Tomás
ya oscurece. El sol
se queda en los tambores
luna caliente
desde las manos la sangre arde
y aluciérnaga el corazón. Al irse
las canoas se encienden de flores
cántaros en vuelo
entre nubes de peces. La música
respira, porosa de silencio. La vida
vegetal es llama
y llega a las estrellas. Lo sagrado
la alegría del verque pasa